Se dice que Hitler pronunció más de 5,000 discursos durante su tiempo en el Partido Nazi. Habría aprendido rápidamente qué “funcionó” y qué no. Por su propia cuenta, le llevó dos años completos de discursos para perfeccionar su oficio y convertirse en maestro del arte de la oratoria. Aprendió a convertirse en un orador carismático, aprovechando sus habilidades naturales. Hitler creó la persona que el mundo más tarde conocería como el Führer.
Hitler tomó lecciones de actuación y ensayó expresiones faciales específicas, lenguaje corporal y gestos, a veces fotografiados, a veces solo en un espejo, diseñados para generar respuestas particulares de su público. Dedicó incontables horas a practicar su entrega, que se convirtió en al menos la mitad de su mensaje. Se decía que tenía una voz “fascinante”. Los nazis también usaron el arte escénico para presentar a Hitler a su audiencia de una manera cuidadosamente calculada para ejercer ciertos efectos y provocar respuestas emocionales específicas.
Hitler también estaba absolutamente comprometido con su causa y convenció a la gente de creer sinceramente que llevaría a Alemania a la grandeza. Aprendió a inyectar sus propias emociones para transmitir sus mensajes de manera más efectiva. Podía sonar apasionado porque le apasionaba la rectitud y la necesidad de su causa. Hoy, Hitler puede parecer poco más que un loco y despotricante loco, pero emocionó al público contemporáneo. El partido nazi era en gran medida un culto a Hitler.
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Joseph Goebbels, el ministro de propaganda nazi, escribió en su diario que Hitler era conocido por escribir sus propios discursos y editarlos hasta cinco veces.
“Sé que los hombres se ganan menos por lo escrito que por la palabra hablada, que cada gran movimiento en esta tierra debe su crecimiento a los oradores y no a los grandes escritores”. – Adolf Hitler, Prefacio a Mein Kampf
¿Por qué Hitler fue un orador tan exitoso?
Hitler ensayando su discurso frente al espejo, 1925