Fue Mao Tse Tsung quien dijo: “El poder crece del cañón de una pistola”. Fue Ayn Rand quien dijo: “El último asunto del gobierno es el uso de la fuerza”. Sin embargo, eran polos opuestos en todos los sentidos. Ambos reconocieron el aspecto de esta pregunta: no se puede persuadir a los políticos o al gobierno con palabras. Cualquier persona relacionada con el gobierno sabe que tiene la ventaja en vigor.
Todos olvidamos temporalmente que la Guerra Revolucionaria comenzó cuando las tropas británicas marcharon sobre Lexington y Concord para confiscar armas ocultas en poder de los colonos. Así es como el gobierno ve a los ciudadanos armados: como niños que deben ser apartados por la fuerza y que les quiten sus posesiones por cualquier razón que el gobierno invente.
La versión estadounidense moderna es donde los políticos prometen hacer ciertas cosas que queremos hacer (o evitar cosas que no queremos hacer) pero una vez elegidos, ignoran sus promesas a las personas que les dieron su trabajo.
Es notable que Donald Trump siempre haya prometido proteger la 2da Enmienda y muestre todas las señales de que está procediendo a hacerlo como presidente. Pero incluso él sabía que debía cumplir su promesa a su primer y mayor partidario: la Asociación Nacional del Rifle. La ANR está compuesta por 5 millones de hombres y mujeres que tienen armas.
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