La gente interpreta hablar rápido como un signo de nerviosismo y falta de confianza en sí mismo. Tu conversación rápida puede hacer que parezca que no crees que la gente quiera escucharte o que lo que tienes que decir no sea importante.
El hecho de que no pausas entre frases o al final de las oraciones significa que no estás tomando suficiente aire para sostener tu voz. Su flujo de respiración se debilita, y las palabras cerca del final de su enunciado carecen de volumen y claridad.
También hay otras consecuencias. Correr puede arruinar tu dicción. Cuando vuela a través de sus palabras, su lengua y labios no pueden seguirle el ritmo a su mente, por lo que suelta vocales y consonantes importantes, lo que hace que sus oyentes pierdan su significado.
Y cuando pierden tu significado, la mayoría no te dirá que no pueden entenderte. Pueden hacerlo por amabilidad extraviada o por indiferencia hacia usted y su mensaje, pero sin importar la causa, habrá perdido su atención.
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Así que aquí hay un ejercicio que lo curará de su enfermedad. El ejercicio le enseñará que su voz es un instrumento de viento y que debe tener suficiente aire en sus pulmones para tocarlo bien.
Marque un párrafo / de esta manera / en las frases más cortas posibles. / Primero, / susurro / con labios enérgicos, / respirando / con todas las marcas de aliento. / Luego. / hablarlo / de la misma manera. / Haz esto / con un párrafo diferente / todos los días. / Mantenga su mano / sobre su abdomen / para asegurarse de que / se mueva / cuando respire / y se mueva / cuando hable.
Antes de susurrar cada frase, toma una barriga llena de aire y luego vierte todo el aire en esa frase. Mantén la garganta abierta y no rechines las cuerdas vocales. Levanta tu susurro sobre tu garganta. Pausa entre frases. Relajarse. Luego, toma otra respiración completa y susurra la siguiente frase. Susurra como si trataras de llegar al fondo de la habitación.
Una vez que haya susurrado el párrafo, vuelva al inicio y hable de manera conversacional, pero nuevamente, vierta todo el aire en cada frase y respete el silencio entre las frases. No puedo enfatizar eso lo suficiente. Tómese su tiempo en las barras diagonales.
Además, disfrute profundamente al enunciar cada vocal y consonante resonante. Dele a sus labios y lengua la tarea de dar forma a cada sílaba.
Le sugiero que use este ejercicio como una herramienta para enseñarle a su mente y cuerpo cómo reducir la velocidad.
La repetición es la clave. Esto funcionará si hace esto una vez al día durante 21 días seguidos, se curará de hablar demasiado rápido.