Nuestro cableado biológico y psicológico está dirigido a la ‘comunidad’, y lo escribo entre comillas porque lo digo en el sentido más amplio. Todo lo que hacemos gira en torno a mecanismos creados hace miles de años para el único beneficio de nuestra supervivencia: mantenernos unidos, colaborar, usar jerarquías para el mejoramiento de los individuos en el grupo que era más ‘apto’ para sacar lo mejor de nuestra especie, etc. , etcétera.
Ahora se podría discutir si no sería posible tener una gran comunidad, pero desafortunadamente no funcionaría. Demasiadas diferencias en los fundamentos socioeconómicos y geográficos convertirían no solo en una pesadilla, sino que también se convertirían rápidamente en los mismos enfrentamientos y guerras que ya tenemos con nuestras nacionalidades. Nuestro instinto de supervivencia es tan fuerte que llegaremos al extremo para mejorar las condiciones de vida no solo para nosotros sino también para nuestros hijos.
Aparte de eso, lo que sí experimentamos en estos días es la disolución del concepto tradicional de nacionalidad con la forma en que estamos utilizando la tecnología para cerrar las brechas entre todos nosotros. Y especialmente en los países desarrollados, a veces nos vemos a nosotros mismos como “ciudadanos del mundo” no solo ideológicamente sino también prácticamente; La tecnología nos facilita el establecimiento de vínculos físicos, prácticos y mentales a través de las fronteras. Y eso, a su vez, puede darnos dolores de cabeza masivos. Por ejemplo, ¿mi identidad digital se basa en mi país ahora que Facebook sabe tanto sobre mí y mis hábitos? ¿Qué país ‘posee’ estos datos? ¿Y quién debería encargarse de las irregularidades de estos datos? Podría continuar *, pero este es un gran tema para cubrir y se convertirá en algo que debemos tener en cuenta porque, en el sentido extremo, podría ser un catalizador para romper las fronteras.
Supere esto con los desafíos que enfrentamos actualmente con los refugiados que escapan de la guerra, la pobreza y el clima extremo debido al calentamiento global que nos obliga a mirar a nuestro mundo con su interconexión total, y en realidad estamos obligados a verlo en un nuevo, quizás más luz ‘sin bordes’. Pero sigo creyendo que las fronteras culturales o comunitarias deberían existir y existirán durante mucho tiempo todavía.
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- ¿Qué pasa si Israel ataca a Ankara o Estambul, entonces todo el mundo musulmán atacará a Israel, verdad? Pero entonces, ¿cómo es que en 1945 cuando los Estados Unidos atacaron a Japón dos veces, a nadie en el mundo parecía importarle, no es doble rasero?
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* Recomiendo este libro para leer más sobre este tema en particular.