¿Cómo aprenden las personas el sonido de un idioma chino antiguo, ya que nadie lo sabe realmente?

La única forma de reconstruir el sonido de un idioma antiguo es trabajar hacia atrás, utilizando palabras existentes de una variedad de idiomas / dialectos que tienen ancestros comunes en ese idioma. E incluso entonces, solo se llega a una aproximación o una suposición educada.

Los lingüistas examinaron palabras que significan “madre” de muchos idiomas indoeuropeos remotos (latín, griego, armenio, sánscrito, persa, etc.) para llegar a la conclusión de que en el protolenguaje común, esta palabra debe haber sido algo así como * mater o * meHter.

Del mismo modo, al estudiar palabras relacionadas en varios dialectos chinos existentes y en idiomas que tomaron prestadas palabras del chino, como el japonés, el coreano y el vietnamita, los lingüistas llegaron a algunas conclusiones sobre la pronunciación del chino antiguo. Parece que las antiguas palabras chinas eran mucho más complejas fonológicamente y fácilmente diferenciadas de lo que son hoy. Como un ejemplo muy simple, en el idioma antiguo, “sur” aparentemente se pronunciaba algo así como nam y “difícil” era nan, pero hoy en mandarín ambos son nán.

Pero nadie puede saber exactamente cómo sonaban los antiguos cuando hablaban, en cualquier idioma.

El sonido antiguo se puede reconstruir en función de varios tipos de evidencia:

  1. La comparación de los dialectos modernos;
  2. Las rimas de poemas antiguos;
  3. Palabras prestadas en chino a otros idiomas como japonés, coreano y vietnamita;
  4. Palabras prestadas en chino de otros idiomas como sánscrito;
  5. Diccionarios antiguos que describen el sistema de fonología en ese momento, como 廣韻, 中原 音韻;
  6. Registros de las pronunciaciones de los misioneros jesuitas usando letras latinas, como 西 儒 耳目 資;
  7. Diccionarios escritos en otros idiomas para el aprendizaje del chino, como 蒙古 字 彙;
  8. Algunos caracteres contienen componentes fonéticos que indican las pronunciaciones antiguas.

Sin embargo, debe quedar claro que no importa cuánta evidencia hayamos obtenido, nunca podremos saber con certeza las pronunciaciones antiguas exactas.