Todos mueren.
OK, casi todos mueren. Los humanos siempre han dependido de nuestras tecnologías. El fuego y las herramientas fueron desarrollados por nuestros antepasados homínidos, por lo que los tuvimos y dependimos de ellos desde el principio. Y todo lo que nos mantiene vivos ahora se apoya en tecnologías aún más sofisticadas. Consideremos la subsistencia básica. La agricultura depende del riego, fertilizantes, tractores y otros tipos de mecanización. Esas granjas son parte de una red global de transporte mecanizado que lleva alimentos de la granja a los almacenes al mercado. Esos mercados dependen de varios tipos de comunicación para conectar compradores y vendedores. Si toda la tecnología humana desaparece, no podemos cultivar alimentos y no podemos llevarlos a las personas. Los disturbios alimentarios y el hambre masiva pronto siguen.
Ahora, es posible recrear parte de esa tecnología con bastante rapidez. Somos animales inteligentes después de todo. Algunas personas en algún lugar probablemente podrán hacer nuevas herramientas con palos y rocas, y tal como lo hicieron nuestros antepasados y continuar con sus vidas, suponiendo que las hordas hambrientas de urbanitas en pánico no se vuelquen sobre ellos primero. Irónicamente, esos últimos pueblos no contactados, que siguen viviendo como máximo con un estilo de vida neolítico, tendrían una oportunidad decente de convertirse en las nuevas cunas de la humanidad.
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